En este apartado te ofrecemos cualquier información relacionada con el barrio de Las Salinas del Matorral.

¨Los Cruces” o ¨Los Cruz Cruz”: la primera rondalla del Sur

San Bartolomé de Tirajana

Artículo de Sigfrido Muñoz (La Provincia)

Conocidos como ¨Los Cruces¨, esta familia de Carrizal de Ingenio, se instaló en el año 1939 en el Matorral (Salinas del Matorral), en San Bartolomé de Tirajana, donde habían adquirido unas salinas en las que trabajaron Sebastián Cruz Viera y sus ocho hijos durante 23 años. De aquí salió la primera rondalla a decir de los vecinos del municipio que la conocieron y que la componían los ocho hermanos Cruz de Carrizal.

La rondalla de los Hermanos Cruz se fundó en el año 1950 y se disolvió en 1978, tras 28 años de andadura.

El hermano mayor de los Cruz, Chano, señala qué, efectivamente, fue en el año 50 cuando nos organizamos; mi hermano Pedro se encargaba de cuidar las cabras y una señora del Castillo llamada Josefa García, para que también cuidara de las suyas, le compró una guitarra para que se distrajera; Pedro se las apañó para a las pocas semanas saberla tocar, luego pidió se le comprase un laud y mi padre así lo hizo; al poco tiempo ya la dominaba; finalmente fue un violín (con el que sale en la foto); sin maestro, sin nadie que le enseñase, se encerró una mañana en la casa solito y por latardeya tocó una canción enterita; mientras los demás hermanos a ¨cero¨.

Y del aburrimiento tras las jornadas de trabajo, nació la rondalla. Exacto¨, prosigue Chano Cruz Cruz, estábamos rodeados tan solo de sal hasta el Castillo y de algunas casas de Manuel Méndez; así que al terminar por las tardes nuestro trabajo nos reuníamos y así comenzamos. Compramos poco a poco la batería, el pandero y ensayábamos bajo la dirección de nuestro hermano Pedro que fue el cerebro y fundador.

Nos hicimos conocer y no paramos de recorrer la mayoría de los pueblos de la isla: Telde, Ingenio, Carrizal; en estos últimos nos contrataban todos los años por sus fiestas y por ser nuestra cuna, algunas veces actuábamos gratis. Una de las veces que fuimos a Teror con la carroza del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, el obispo Pildain nos felicitó a cada uno de nosotros.

Sin pedantería y modestia aparte, fuimos los mejores del Sur y la primera rondalla que se organizó; la orquesta ¨Los Falcones¨de Telde y ¨Los Mejías¨ de Las Palmas eran magníficas, pero eran orquestas.

En el año 1978 finalizan las actividades de la rondalla. Mi madre, dice Chano, era el “el alma” de la rondalla; donde quiera que íbamos nos acompañaba, jamás dejó de hacerlo; nos ayudaba, nos animaba a seguir. Sentarse para ver y oir cantar y tocar a sus hijos, era su mayor pasión; pero un día se nos fue; un infarto se la llevó para siempre. Tras el entierro nos reunimos los hermanos y decidimos dejar de actuar; tomamos cada uno su instrumento y los vendimos. Con ese dinero le compramos una lápida para su tumba; con la muerte de nuestra madre murió nuestra rondalla, dice entristecido Chano Cruz.

Finalizada la misa de funeral, los hermanos entonaron la “Salve”, esta oración dedicada a su madre, puso punto final a 28 años de feliz andadura de la todavía recordada “Rondalla de los Hermanos Cruz”, de Carrizal.

Salinas de Tenefé, conocidas antaño como la de «Los tres molinos».

https://www.grancanaria.com/blog/es/article/las-salinas-en-gran-canaria-el-tesoro-blanco-que-vino-del-mar/

El cultivo del tomate y las luchas aparceras en Gran Canaria:

0089.pdf (ull.es)

GRAN CANARIA
La referencia salinera más antigua en Gran Canaria se remonta al siglo XVI, según se deduce de la cartografia de Torriani, donde se señalan salinas en la costa SE de la isla, que bien pudieran ser las del EI Romeral, en el litoral de Juan Grande. No obstante, la práctica del aprovechamiento sobre cantiles costeros estaba muy extendida en la costa norte, donde se «inventa» a finales del siglo XVII la Balina primitiva sobre roca. Se tiene constancia de que se recogía sal en lugares denominados como Bufadero, Charco Redondo, Sombrero, Tijera y Portechuelo, referencias que se deducen de las Actas de Cabildo y de los Libros Borradores de Maravedies. Especialmente significativas fueron las que se instalaron en el litoral de Bañaderos. Estos pequeños ingenios, caracterizados por una increíble mimetización al medio, adoptaban el procedimiento del doble recipiente (cocedero-cristalizador), lo que pone en evidencia la aportación cultural europea. Este tipo de salinas, que denominamos primitiva sobre roca, recoge también la influencia pastoril aborigen a través de su sistema constructivo basado en el cordón de barro y la colocación de piedras en círculos. Varias salinas conservaron el antiguo método productivo hasta 1950, entre ellas las de Agaete, y en la actualidad sólo se mantienen en activo las denominadas Salinas de Bañaderos o del Cardonal, auténtico fósil de esta arcaica cultura salinera.
Pero el verdadero desarrollo de la sal como industria se produciría en la costa sureste de la isla, de la mano de los señores de la tierra. D. Antonio Lorenzo de Bethencourt obtiene permiso real en 1667 para levantar a su costa la Casa Fuerte de Santa Cruz del Romeral, iniciativa que, entre otras razones. venia motivada por la necesidad de proteger militarmente la industria salinera, establecida en lugares muy aislados. El lugar elegido para la construcción fue la Punta de las Salinas, donde ya existían algunos cocederos naturales que venían siendo explotados. Al igual que el resto de salinas construidas posteriormente en la isla, estas correspondían al tipo de
la salina antigua de barro de tajo sencillo. Es muy posible que este modelo haya sido importado de la salina intensiva gaditana, zona con la que existían importantes intercambios comerciales. No solo la ordenación por hiladas de los tajos es similar a la de la nave gaditana, sino que ese mismo paralelismo se establece en las herramientas utilizadas. Así, la vara de Cádiz es similar al rodabillo grancanario, o más claramente, el bombero que describe el libro de Grau y Bassas es idéntico al bombero de Cádiz, un primitivo cabestrante manual empleado para elevar el agua.
Tras las pioneras salinas del Romeral, que sufrieron diversas vicisitudes históricas reflejadas en los sucesivos cambios de nombre, de la Rocha, de Soler o de Valcárcel, se extiende la implantación de nuevas salinas a lo largo de la costa circundante: La Caleta, Juan Grande, Casillas y Playa del Matorral. Estas explotaciones salineras empleaban el excedente temporal de la mano de obra agrícola que recibían como complemento salarial el conocido «conduto» que era, en este caso, pescado salado.
A mediados del siglo XVIII se produce una nueva expansión salinera ante la citada demanda de la industria pesquera. No obstante, no se consigue en esta época cubrirla, ya que casi la mitad de la sal era importada del sur de España y de Portugal. Comienza, pues, una época de nuevas solicitudes, y, en 1792, D. José Hipólito Verdugo pide permiso para construir las de Tenefê que aún continúan en activo. Por estos tiempos se construyen también varias salinas en La Isleta (Playa del Confital), en El Rincón (desembocadura del Barranco de San Lorenzo), y tenemos noticias, a través de los documentos de la Real Sociedad de Amigos del Pais, que se presentaron los proyectos de construcción de varias salinas en la Playa de San Cristóbal y en el Puerto de la Luz, ambas en Las Palmas de Gran Canaria. Estas salinas debieron construirse sin duda, ya que cuando en 1871 D. Pedro Bravo de Laguna compra La Isleta, se especifica que –entre otros bienes– contaba con *importantes salinas*. A finales del siglo aparecen las salinas de la costa de Agúimes, y a comienzos del XIX se tiene constancia de la creación de cuatro nuevas en el litoral de Arinaga, dos de ellas aún se mantienen bajo el antiguo embarcadero. Por último, existen algunas referencias sobre ingenios salineros en Gando, aunque lo cierto es que no tenemos constancia de que llegasen a funcionar.

La construcción de las salinas del sureste (salinas de barro) de Gran Canaria tomaron como referencia las milenarias salinas de Cádiz, las cuales tienen sus orígenes en la época de los fenicios, con una antigüedad de unos 3000 años.
Las partes de las mismas se componen de: El tomadero de agua, canal o tajera, cocedero,  tajos, maretas o cristalizadores, caños o canales para la circulación del agua, bomberos con el cabestrante manual, que vienen a ser los operarios que bombean el agua cuando no hay mecanismos mecánicos, molino de viento a vela, balaches, que son la zona por donde circular con las carretillas y donde se deposita la sal para que pierda la humedad, almacén de la sal y casa del salinero.
En cuanto a los utensilios más utilizados tenemos:  Robadillo, cedazo, pisón, botas de agua, carretilla, pala y balde.
¿Cómo funcionan las salinas?
El primer paso en todo el proceso es la entrada del agua del mar.
Para ello se dispone de un TOMADERO o saltadero, un punto más bajo
junto al mar que aprovecha la marea alta para captar el agua marina.
El paso siguiente es llevar el agua hasta los COCEDEROS o
calentadores, cuyo cometido es aumentar la salinidad del agua antes de enviarla a las maretas, tajos o cristalizadores. Para ello pasa por un canal o tajera aprovechando la
propia gravedad (desnivel). El agua debe estar en los cocederos
calentándose y aumentando su concentración de sal.
A continuación se canaliza hacia los TAJOS o parcelas de
evaporación (con fondo de barro que se apisona cada x tiempo para garantizar su impermeabilidad) que caracterizan el paisaje de la salina. Para ello se
dispone de unas pequeñas acequias llamadas CAÑOS. En este proceso
en muchos casos se precisa de algún utensilio para impulsar el agua,
como molinos de viento, bombas o motores. Las salinas empleaban
complejos sistemas de bombeo de agua de mar basados en molinos de
madera y tela, constituyendo uno de los más antiguos referentes de la
explotación de la energía eólica en Canarias.
Cuando el agua está lista para evaporarse y producir la cristalización
de la sal se puede observar que forma una fina capa de sal en la
superficie (de las primeras capas se obtiene la flor de sal o sal de espuma), que el salinero remueve dos veces ( tumbar la nata) al día para favorecer la evaporación y para que se
deposite en el fondo. Una vez retirada del tajo, la sal permanece
amontonada durante una semana en lo que los antiguos salineros
llamaban BALACHE, para, una vez seca, ser trasladada al ALMACÉN (normalmente pegado al mar para evitar que se endureciera) para su empaquetado.
La vida en los tajos:
Aunque parezca increíble dentro de los tajos puede desarrollarse
la vida. Es el caso de la ARTEMIA salina, un pequeño crustáceo (7 a
15 mm.) y el alga microscópica que sirve a éste de alimento, la
DUNALIELLA salina. Esta alga es la causante de que los tajos
adquieran un tono rosado.

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